Hablando ayer con mi masajista (tenía una importante contractura en mi pierna izquierda por hacer deporte incontrolado a mi edad: es decir, tirarme tres días seguidos sin dormir y de juerga), decía que hablando con Rosa, mi masajista, llegué a la conclusión de que sí hay remedio para esto. "Esto", es lo que le ocurre a la gente de este Estado. Nuestro mal es que somos católicos. Nos confesamos y pista. Ya está, dos lagrimitas y reset. Lo guay, lo verdaderamente guay es ser un buen tedesco. Los alemanes no lloran, sufren por dentro. Llevan consigo su culpa allá por donde van y se redimen a base de ser honrados consigo mismos. Y a base de curro, de mucho curro. Les gusta trabajar. A los españoles no nos gusta trabajar. No me digáis que sí, porque es que no. Otra cosa es que nos guste tener dinero en el bolsillo para gastárnoslo a espuertas. Pero lo que es trabajar...¡pero si todo el mundo está deseando jubilarse!...para pasar a mejor vida. Para un tedesco pasar a mejor vida es morirse. Ellos pagan impuestos (y muchos, por cierto), nosotros los escaqueamos. Claro que ellos engullen la cerveza, nosotros la degustamos entre risas con los amigos y si es cantando mejor que mejor. Ellos se comen la col fermentada, nosotros la pasamos por la sartén con un refritito de ajitos y un buen chorrete de aceite de oliva ¡mmm, qué rico!
La solución es hacerse alemanes. Pidamos el ingreso en la República Federal Alemana.
Pero claro, dejaríamos de ser españoles. Adiós al aceite de oliva, a las tortillas de patatas, al blanco antes de comer, al vermout del sábado, a acostarse a las dos de la mañana viendo el reality de turno, a no dormir los sábados y quizá tampoco los viernes, y a tantas y tantas delicatessens que tenemos los españoles.
En realidad, "esto" nunca cambiará, seguiremos mal que bien a trancas y barrancas...
...a no ser que eliminemos a la Iglesia católica de nuestro solar ibérico. Desde los cimientos. Y quizá la siguiente generación ya no podrá hacer reset ante un pederasta con faldas negras y alzacuellos. Puede que ese sea el camino. Al fin y al cabo, ya tienen su casa, el Vaticano, se trataría de un regreso al hogar, a ser posible, por Navidad, y así nos ahorramos esas monsergas. Pero esto es harina de otro costal, para otro día. Ahora voy a seguir trabajando, que viene mi jefe y me pilla dándole al internet, y es que al fin y al cabo, ya haré reset....