Educad a los niños y así no tendréis que castigar a los mayores.

martes, 21 de junio de 2011

¿Peter o Garfio?

No tengo bien claro quién es el malo. ¿Peter Pan o el Capitán Garfio?
Peter es un vividor, no le importan las consecuencias de sus actos, sólo sabe satisfacer sus instintos más inmediatos, mientras que Garfio es un soñador romántico que vive sus sueños de libertad sobre su galeón pirata. Da trabajo a un montón de proletarios. Roba a los ricos para dárselo a los pobres, por eso es un pirata. Mientras que Peter secuestra a tres niños con engaños, Garfio sigue esperando la llegada del hada buena.
Peter es escandalosamente sano, robusto y elástico. Garfio es un pobre minusválido que sin embargo sobrelleva dignamente la falta de su mano. Ha aprendido a escribir con su garfio mientras que Peter es ciertamente un iletrado.
Peter seguramente no sabe apreciar el mérito de un buen armagnac, ni distinguir sus aromas deliciosos. Garfio es un dilettante, entiende de arte y aunque le ha resultado difícil, ha seguido clases de arte en la Sorbona (hace ya tiempo de ello, cuando fue joven) Peter no sabe distinguir, en su bendita ignorancia, un Renoir de un Picasso.
De momento voy a nadar contracorriente y me voy a quedar con Garfio. Viva el arte.

domingo, 19 de junio de 2011

La t

La t es la mecedora de las letras.

También es un ancla que cayó en la página en blanco y que ya ha clavado uno de sus ganchos.

Por otra parte es el enlace directo entre dos persona, tú y yo.Una simple t puede cambiar mucho una simple expresión; no es lo mismo yo amo que yo t amo; claro que tampoco es lo mismo soy amo que soy tu amo

lunes, 6 de junio de 2011

La clase y el acto.

Según dicen los duchos en la materia (yo acabo de llegar aquí), la base del éxito de la educación se centra en excitar al máximo el interés del alumnado. De esta manera, se capta su atención y llega a aprender.
Veamos: debo entrar en la clase y realizar una serie de juegos preliminares. Que si hacer entrar a todos dentro del aula, que si vigilar que se sitúen en su sitio, que si estar atento a que su lugar de trabajo esté limpio y preparado, que si animarles a sacar todo el material y ponerlo sobre la mesa.
Una vez he comprobado que todo parece estar correcto, debo entablar una comunicación visual con ellos. Y llamarles por su nombre. Esto hace que el lazo sea más íntimo y su atención cada vez esté más centrada en mi.

Y en este punto ya comienza la danza de apareamiento...mental. Tiza en mano (instrumento de poder fálico) trazo sobre la pizarra, demostrando mi conocimiento de la materia en cuestión. Tras una serie de giros concatenados sobre mi mismo (siempre manteniendo el contacto visual) y unos movimientos de brazos con los que atraigo hacia mi sus mentes, comenzamos a entrar en faena. Sus miradas empiezan a ser diferentes. Estoy haciéndolo bien, sigo, sigo. Pupilas dilatadas, ojos brillantes, movimientos espasmódicos de las manos aferradas a los lapiceros que se afanan por seguir el ritmo de mi voz con su escritura...De repente, cambio de postura, buscando la parte de detrás...de la clase. Los del fondo también existen, también hay para ellos. No están cómodos con ese cambio de postura, pero a mi me gusta, porque se revuelven, giran la cabeza intentando el contacto visual, pero no lo logran...ahora mando yo, me siento poderoso. Impongo mi ritmo. Continúo así tres o cuatro minutos más, y siento que ya no voy a poder aguantar mucho más. Vuelvo a cambiar de situación, ahora de frente a ellos. Busco afanoso una mirada...y allí está, está levantando la mano, no puede más, y...ah, sí, eso es, ha logrado llegar al final del ejercicio...está exhausta, pero contenta, porque sabe que eso hace que yo no me contenga y me deje llevar también por la emoción: oh, por fin, he alcanzado mi objetivo tan buscado, me ha comprendido, me he explicado, se lo he dado todo, ella lo ha tomado para sí y finalmente hemos compartido un momento sublime.


Por eso, yo creo que en realidad los profesores hacemos actos de apareamiento mental. Nuestra misión es excitar poco a poco, siguiendo el ritmo del usuario, conseguir que ese usuario alcance un buen orgasmo (en mi caso, mental, cuando aprende algo nuevo) y que le queden ganas para repetir al día siguiente.

O no.

domingo, 5 de junio de 2011

Calcetines y corcheas.

La principal misión de las escuelas es crear obreros obedientes y disciplinados. No son para enseñar ningún saber ni para transmitir conocimientos. Si quieres adquirir saber, léete cien libros de cien sabios, incluso con la mitad se podría adquirir tanto conocimiento como en una licenciatura universitaria (ahora les llaman grado: ¿celsius o farenheit?). Los profesores somos el último eslabón en la cadena de transmisión del sistema de adoctrinamiento. Domadores. La disciplina es lo primero. Las aulas están concebidas para que la disciplina sea primordial. Un aula en realidad es una imitación de una oficina: un encargado vigila que todos los copistas adquieran una copia fiel del gran libro del saber. Ora et labora. Y ¡ay del copista que no realice una reproducción fiel del original! Ese es marginado,culpado y ninguneado ("nunca serás nada en la vida").
Para empezar a a cambiar este sistema, habría que empezar por los pies. Sí, queridos lectores. Los pies. No es que yo tenga una parafilia especial con esa parte de la anatomía (aunque bien pensado...mmmmm, bueno, eso es carne para otro artículo). Hay que entrar en el aula descalzos. Eso sí, con calcetines, que el invierno es duro. Sentarse en cuclillas tan sólo con una libreta y un lapicero. No con bolígrafo: el lapicero se puede borrar, admite la equivocación, el bolígrafo es la imposición de la Verdad. Todos en círculo, compartiendo experiencias y extrayendo conocimientos válidos de ellas. Y música, siempre falta música en los grises centros de enseñanza. El puesto de dj de un instituto debería ser el más duro de sacar de todos.
Pies descalzos y música. Esa es la clave del cambio.