¡Qué bonito que es el color azul! No hay nada más fascinante y alegre que un cielo completamente azul, que presagia una bonita tarde de playa. Está el azul de sus ojos, el color azul del mar de Capri, mi coche que es de color azul diplomático... Vaya, que me encanta ese color. Mira, incluso hasta el partido que ha barrido en las últimas elecciones tiene un bonito tono de azul en sus banderitas.
Pero creo que ese tonito de azul ya me está tocando las narices. Porque además lo mezclan con las banderitas rojigualdas, que, claro, son divisas propias de esos morlacos.
¿Por qué les gusta tanto ser del pepé a estas niñas pijas-estilo-cospedal? ¿Será porque desde la cajera del Lupa hasta la hija del banquero todas se identifican con la misma marca de laca? ¿Por qué nerices esa cajera del Lupa, que cobra unos escasos mil euros al mes vota al pepé, defiende al pepé y se excita cuando vence el pepé? ¿Acaso piensa que cuando privaticen lo poco que queda de lo público lo van a repartir con ella?
Estaría bien que se tatuasen en la cara-cospedal que las identifica el logotipo del pepé, justo en sus dos mejillas operadas. Así serían más felices, ellas y su jefe. Y estaba pensando que Coco, en Barrio Sésamo también era de color azul. Caramba, qué casualidad.
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